Víctor Parrado presenta 'El Peliculero', domingos de humor como antídoto para hacer de este un mundo mejor

Comienza la tercera temporada de “El Peliculero” en el Teatro Alfil, el espectáculo que convertirá tu domingo en el mejor día de la semana
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Redactora CADENA 100

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Las tardes de domingo son vasos vacíos. Uno puede llenarlos con lo que desee. Un buen vino, una buena película, una sonora carcajada. Puedes pasar toda la tarde en la cama, leyendo o pensando en esa conversación, o puedes viajar con alguien desde una butaca hasta su propia habitación. Y es que, las tardes de domingo en el teatro se llenan solas. De buenas vibraciones y sentimientos compartidos. De sueños y, a veces, ¿por qué no? de picotazos sinceros que te despiertan el alma. Algo que supongo que necesitamos todos, ahora más que nunca.

Por eso, este domingo, me aventuré a volver a sentir desde una butaca. Una butaca negra del Teatro Alfil. Fría al principio y cansada de soportar mis carcajadas, después. Consciente de que la vida se me había reiniciado, de que las cosas que habían sucedido en ese espacio no volverían a suceder. No de la misma manera.

Una cualidad, la espontaneidad, que impera en el espectáculo que decidí escoger: “El Peliculero”, un show conducido por Víctor Parrado, que cambia cada tarde de domingo, alterado por las intervenciones de un público inquieto que, sin querer y con el ritmo adecuado, se adentra en la representación, convirtiéndose en un personaje más de esa experiencia, de ese latido, de ese monólogo que encierra una vida. La vida de Víctor Parrado, quien decide compartirla, vomitarla frente a nosotros sin disfraces (salvo el de Superman), y con miles de matices que dan forma a su verdad.

En “El Peliculero”, Víctor Parrado va posando sus vivencias en antiguas fotografías e historias personales de lo más elocuentes, comparándolas con las que viven los protagonistas de algunos clásicos del cine como Grease o El Guardaespaldas. Porque, ¿cuántas veces al día has pensado lo fácil que sería todo si vivieses en una graduación de instituto constante? Y con música de Elvis, ¡imagínate!

Con perspicacia y un humor rápido e inteligente, el humorista es capaz de llevarnos de la mano por cada uno de los amores y amistades que han marcado su existencia, haciendo hincapié en sus desventuras y mostrando sin tapujos sus debilidades, su vulnerabilidad como ser humano. Una vulnerabilidad, pienso, que vertebra el camino hacia el humor más puro y, por consiguiente, la carcajada más sincera. Un humor que se refleja en los ojos de mi acompañante, sumido también en la descripción exacta del viaje de Parrado a África, ¡del que también hay pruebas gráficas durante el espectáculo, por supuesto!

De hecho, la pantalla que acompaña al show y va mostrando fotografías y vídeos es un elemento clave, que no solo apoya el espectáculo, sino que también, dota al monólogo de una característica que falta en muchos otros: la honestidad. Porque ambas, humor y honestidad se escriben con “H”, pero no siempre caminan unidas. Y Parrado ha decidido que así sea, volcando sus reflexiones en un texto que vibra, que rezuma verdad, que repasa con mimo su observación minuciosa de la vida y las personas que caminamos sobre ella, escogiendo cada palabra para conseguir el estruendo final: la carcajada, la risa.

Una risa que llega a su punto álgido cuando el showman comienza a cantar y bailar al ritmo de canciones míticas (incluyendo “Supercalifragilisticoespialidoso”) animando a los espectadores, ya convertidos en un compacto grupo, a acompañarle en su intento de conquistar a alguna de las damas de la sala. Porque, ¿quién no querría salir con un perfecto bailarín?

Baile, humor, emoción y una pizca de esa locura propia de la infancia, se asientan en las tablas, recorren el espacio, acompañan los rostros de los que esta tarde de domingo han decidido, como yo, asistir a esta honesta representación. Rostros que, aunque ocultos tras una odiosa mascarilla, han seguido riendo y también derramando lágrimas. Porque, como dice uno de mis escritores favoritos: “No se dice “rompí a comer” o “rompí a caminar”. Rompes a llorar o a reír, y creo que vale la pena hacerse añicos por estas dos emociones”.

El Peliculero” es una buena excusa para hacer regresar ambas emociones. Y romperse. Hacerse añicos. Conscientes de que no podemos dejarlas dormir durante más tiempo, que están deseando eclosionar.

El teatro es seguro, la cultura, como dice Parrado, “más que necesaria, es sanadora” y, las tardes de domingo en el Teatro Alfil dejan de ser vasos vacíos para empezar a rebosar, empapándose de la energía de un artista altamente generoso, que se vacía por completo para llenar el escenario de ese antídoto fundamental que pocos médicos recetan, pero que contiene el sentido de la vida: el humor.

Celebra tus tardes de domingo con un poco de azúcar, baile, humor, emoción y esa pizca de locura propia de la infancia que, con el paso del tiempo, tratamos de encerrar en un cajón. Disfruta de “El Peliculero” y apresúrate a sentir que, como dice el genio Parrado: “Un día sin risa, es un día perdido”.

El espectáculo se representa cada domingo desde el 18 de abril hasta el 23 de mayo a las 17:00h en el Teatro Alfil. ¡Consigue tus entradas aquí!

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