'Adeste Fideles': el villancico inmortal para un Dios inmortal
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Estos días en que nos sentimos imbuidos de los sones navideños es imposible no evocar viejas celebraciones navideñas donde la familia se reunía sin miedo a un virus o a cualquier epidemia pandémica. A pesar de todo se han escuchado armonías en la medianoche del 24 de diciembre cuando el aroma de turrones, cavas, pescado, carne y otros manjares que han primado en las mesas. No han faltado quienes han tenido el recuerdo por los que viven solos o han perdido alguna persona allegada.
Lo más melodioso de estos días fueron los villancicos que nunca faltan puntuales a su cita y que se continuarán escuchando en estas jornadas entrañables, hogareñas y familiares aunque sean en su justa medida. Las panderetas y las zambombas, junto a algún que otro resonar de castañuelas y bandurrias.
'Adeste Fideles' suena en todas las casas por Navidad
Y para villancico un clásico que vuelve a casa cada año por Navidad: 'Adeste Fideles'. Muy imbuido en latín, puede encontrarse un origen anglosajón al cántico que tanto se ha cantado en iglesias, conventos y lugares de ocio, por citar algunos ejemplos. Muchos cantantes de pop han puesto voz a este colosal cántico sacro imbuido del Misterio de la Navidad. John Francis Vadea es el compositor anglosajón al que se le atribuye, entre otros posibles candidatos a la autoría.
La letra del cantar invita a venir y adorar al Señor. El recorrido es todo el Evangelio paso a paso donde los pastores reciben el aviso y acuden con humildad a adorar al Rey y Señor. Hay que ir entonando himnos con los pastores sintiendo que debemos ir devotos. El Esplendor Eterno del Padre ha plantado su tienda entre nosotros y ha fijado en la tierra su suelo. La última parte es la más introducida en la dimensión del amor solidario. Siempre repitiendo el estribillo 'Venid y adoremos, venid y adoremos al Rey y Señor'. El villancico 'Adeste Fideles' lleva ya el suficiente tiempo para parecer que fuese de toda la vida. Así ha marcado generaciones legendarias.
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