'Himno a alegría': la chispa para andar el camino

Febrero es un mes de escasos días con respecto al resto del año. El tiempo ofrece el alargamiento de la luz con respecto a la sombra de la noche. Las nevadas caen para dar fe de la existencia del tiempo invernal, aunque se alternan los tonos primaverales en algunas de las jornadas con un tiempo más soleado y estable. Las criaturas anhelan la llegada primaveral en el próximo mes, aunque tiempo al tiempo porque de cara al invierno, falta mucha tela que cortar hasta el cuarenta de mayo.

Y hasta la Cuaresma que llega en la segunda mitad, muchas jornadas y celebraciones evocando la faceta más solidaria de todos los hombres de buena voluntad. La Reflexión y oración contra la trata, la campaña contra el hambre, o la Jornada del Enfermo. Todo ello invita a ser lo más solidarios posibles, y he aquí una canción que nos lo brinda como es el 'Himno a la alegría'.

Una historia para contextualizar

Sobre su origen hay que volver la mirada a Beethoven. El gran músico había conocido la literatura de un poema de Schiller. En él se recorría un poco de la historia del mundo y la humanidad hasta llegar a los querubines que se hincan ante Dios como el gusano convertido fruto de la Misericordia del Todopoderoso. De ahí toma probablemente lo que será su novena sinfonía, además con letra.

Una melodía a la que Miguel Ríos parafraseó en el año 1970 Tomando como base la novena de Beethoven, la añadió en su LP Despierta. La adaptación corrió a cargo del compositor argentino afincado en España Waldo de los Ríos que puso música a tantas series de la paleo-televisión.

La letra comienza con el sugerente acorde “escucha hermano la canción de la alegría; el canto alegre del que espera un nuevo día". El estribillo en cada estrofa es "ven, canta, sueña cantando, vive soñando el nuevo sol, en que los hombres volverán a ser hermanos". Incluso sugiere en una de las estrofas que "si no encuentras la alegría en esta tierra, búscala hermano más allá de las estrellas".

En una entrevista en TVE Miguel Ríos recordó en los años 80 el éxito de su canción que se había interpretado hasta en las iglesias y los templos. Un tema reconocido mundialmente, hasta llegar a Australia.