'Pokito a poko' de Chambao: flamenco de esperanza

La Mari de Chambao muestra su afán de tesón y voluntad de lucha en 'Pokito a poko', una de sus canciones más emblemáticas
'Pokito a poko' de Chambao: flamenco de esperanza
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¡Quién lo iba a decir! El 2020, un año lleno de una dura pesadilla que deja una dura secuela, toca a su último mes. Y a las puertas de diciembre estamos en el último fin de semana de noviembre donde el frío cala en los huesos con su aroma a castañas asadas y ese advenimiento de turrones, dulces, lotería y regalos que, a pesar de las circunstancias, trataremos de cumplir esperando ante todo el fin de la pandemia y subrayando al espera, nunca mejor dicho ahora que empieza la cuenta atrás para la navidad donde los escaparates se engalanan próximamente con los consabidos belenes que seguramente lucirán muy especialmente esta edición.

Y rebuscando en la esperanza del 'sprint' hacia Belén el 25 de diciembre, suena en los ecos una canción rescatada de no hace mucho tiempo: 'Pokito a poko' de Chambao. Interpretada en el año 2005, María del Mar Rodríguez Carnero “la Mari” vive una historia donde Eduardo Casañ y Daniel Casañ, guitarristas con los que se conformaba todo el grupo ya había abandonado, de modo que la canción que traemos hoy fue la prueba de fuego en solitario.

'Pokito a poko', una canción pare recuperar la esperanza

La canción muestra ese afán de tesón y voluntad de lucha que rodea a “la Mari” quien, dos años después, habría ganado la batalla al cáncer plantando cara “pokito poko” a ese inquilino nefasto. Imbuido de chill out y flamenco al más puro estilo “cañí” del nuevo milenio, la letra es un recorrido de andadura entre tenues situaciones en las que despacio se van logrando avances esperanzadores para dar gracias al Cielo por todo. No vale la pena andar por andar sino mirarse en ese trayecto para salir adelante. Es la seria lección de ir por la vida poco a poco porque despacio se logran las cosas.

Se logra recuperar el amor genuino que se había perdido, se logra recuperar la esperanza auténtica y así uno a uno los valores que tiene el corazón y que no deben perderse porque son insustituibles. Como recuerda el estribillo que “no vale la pena andar por andar sino caminar pa' ir creciendo”. Ese crecimiento se logra caminando con el paso firme y la mirada fija en los valores que con esperanza conseguiremos en la lucha cotidiana.

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