La saeta que une en el fondo al Cristo de la Cruz con el que anduvo en la mar

Llega la Semana Santa y con ella las saetas típicas de estas fechas en las que el fervot y la devoción inundan nuestros hogares.
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Y ya Semana Santa. Los vientos se tercian cálidos y el viento arrecia en estos inicios de primavera como queriendo dar ese revuelo que agitaba las capas de hermanos cofrades y nazarenos, en un mes de marzo siempre visto como ventoso en medio de los desfiles penitenciales.

Todo se tercia en añoranza de viejas procesiones que hasta hace dos años cruzaban de punta a punta las calles y ciudades de nuestra geografía española, de norte a sur y de este a oeste. Los viejos recuerdos de esas procesiones donde los costaleros le daban un ritmo muy particular a las Imágenes del Santo Cristo, de la Virgen Dolorosa. De Domingo de Ramos a Domingo de Pascua, empezando por la Borriquilla que conmemora la Solemne Entrada de Cristo en Jerusalén hasta el advenimiento del Resucitado que sale victorioso del Sepulcro.

Viejas añoranzas que rompen esquemas como en la mente de tantos hombres del saber. Eso le pasó a Antonio Machado con su cántico poético la Saeta en la que evoca su sentir religioso y su pena por el Nazareno al que quisiera descolgar del patíbulo de la Cruz porque él, personalmente, se queda con el Cristo de los milagros que anda sobre el mar.

Deseos de cualquier humano. El buen corazón de querer desclavar a Dios que no nos invita a un rechazo al Cristo Crucificado sino un deseo de compasión y entendimiento de que mis ingratitudes le plantaron ahí y que mi deseo hubiera sido no haberle llevado a ese punto, aunque lógicamente todo estuviese previsto. El mismo sentimiento de Marcelino Pan y Vino, en el que el niño siempre buscaba coger una escalera para quitarle al Señor del desván esa corona tormentosa.

Todo estaba previsto. El Señor al que procesionamos o visitamos en su urna hacia el Sepulcro, es el que anduvo en la mar. Pero tan poderoso en el Árbol del Calvario que nos deslumbra y al que hubiésemos deseado no llevarle hasta ahí. Sin embargo nos quedamos con uno y otro momento de su Vida porque en la Cruz también está incluida su peregrinación por el mar y sus prodigios.

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