Felipe de Borbón y Letizia Ortiz: dieciséis años viviendo en un cuento de hadas

Los Reyes celebran hoy su dieciséis aniversario de bodas, y recordamos su romántica historia de amor
La boda de Felipe y Letizia

Redactora CADENA 100

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Un lluvioso 22 de mayo de 2004, en el interior de la Catedral de la Almudena, el príncipe Felipe, futuro rey de España, se casaba con la periodista Letizia Ortiz. Tras tres noviazgos fallidos, y a pesar de los recelos de su padre, Don Juan Carlos, Felipe plantó cara y, amenazando con renunciar a su puesto en el linaje de los borbones, dejó claro que se casaría por amor: "O Letizia, o me voy". Así, el heredero de la Casa Real española dejaba de ser el soltero de oro de las monarquías europeas, como hasta entonces lo definía la prensa.

Aquel día, en medio de una tormenta, los futuros reyes se dieron el "sí, quiero", ante la atenta mirada de los representantes de todos los países del mundo. Fue denominada como la boda del año, y el pueblo aplaudió al príncipe español que se casó por amor, aunque esta decisión no fue bien acogida entre las casas europeas más tradicionales. Sin embargo, la que fuera periodista ha conseguido demostrar, en reiteradas ocasiones, que eran ellos los que estaban equivocados, y que ella ha sabido estar a la altura de las circunstancias, como princesa y como reina.

Ahora, dieciséis años después de aquel enlace, repasamos su historia de amor, los meses previos a su enlace:

La pedida de mano más esperada

El 1 de noviembre de 2003 la Casa Real, mediante un comunicado oficial, daba a conocer el compromiso matrimonial del Príncipe de Asturias, que había encontrado por fin el amor en Letizia Ortiz. La periodista de Televisión Española, divorciada, no era el perfil ideal a los ojos de muchos, pero Felipe lo tenía claro: quería casarse con ella y así lo haría. Dos días después, el 3 de noviembre, hacían su primera presentación ante los medios en Palacio de la Zarzuela.

La boda de Felipe y Letizia

La pedida de mano tuvo lugar dos días después, el 6 de noviembre de 2003, a las 12.30, en el Palacio de El Pardo. Los recién prometidos estuvieron acompañados por sus respectivas familias. Diecisiete años han pasado ya desde que Letizia enseñara orgullosa su anillo de prometida: una alianza de brillantes de talla baguette en oro blanco, especialmente diseñado para la ocasión.

Fueron más de 300 los periodistas acreditados para este acto, en el que no sólo la Princesa lució regalo. Don Felipe fue obsequiado por su prometida con unos gemelos de caballero de zafiro y oro blanco.

La fiesta pre-boda

La boda de los Príncipes de Asturias se celebraría en la primavera siguiente al anuncio del compromiso. Unos días antes del desenlace, la casa real española ofreció una fiesta pre-boda, a la que acudieron los representantes de las casas reales europeas. A dicha velada, que formaba parte de las celebraciones de la boda real, Letizia acudió con un elegantísimo vestido en color plata del diseñador Lorenzo Caprile. Debido al mal tiempo, la futura princesa cayó enferma, por lo que, el día de su boda, tuvo que tomar varios medicamentos para calmar la fiebre y la congestión.

La boda de Felipe y Letizia

El gran día

Letizia acudió a su cita más importante hasta el momento con un vestido de novia diseñado por Manuel Pertegaz, de corte continuado desde los hombros al suelo, con escote en pico y cuello corola bordado en hilo de plata, como el resto de los detalles del modelo. Un beso muy casto. Como es costumbre, los recién casados se asomaron en el balcón del Palacio Real para saludar a todos los que acudieron a festejar su enlace. Sin embargo, mientras toda España esperaban un beso romántico, los novios prefirieron darse un casto beso en la mejilla.

La boda de Felipe y Letizia

Sin embargo, el enlace de Felipe no se vivió como el de sus hermanas, las infantas Elena y Cristina. Debido a la lluvia, el viaje de Letizia desde el Palacio Real, donde se vistió de novia, a la Catedral, fue callado. No había bullicio, ni gente animando a la futura princesa. Sí fue así al salir de la Catedral, cuando la lluvia había amainado un poco, y la gente se echó a la calle a dar la enhorabuena al nuevo matrimonio. Tras la ceremonia, los recién casados se dirigieron a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha, donde la novia dejó su ramo, y más tarde volvieron al Palacio Real, donde salieron al balcón a saludar a sus súbditos.

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