Las lágrimas de Iñigo Quintero en el escenario de Rock in Rio: ascenso vertiginoso cimentado en 'Si no estás'
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El próximo viernes, 21 de junio, se cumplirán 8 meses justos desde que Iñigo Quintero no pudiera contener las lágrimas sobre el escenario de un WiZink Center rendido a su voz y a su piano. Era CADENA 100 POR ELLAS quien daba la oportunidad al coruñés de ir superando esos miedos que se esconden detrás de un chaval igual de deportivista que tímido. Sí, porque a lo largo de este tiempo, no ha dejado de ser el mismo: ha continuado recorriendo España con sus amigos siguiendo al Deportivo de La Coruña y estudiando.
De hecho, en la misma semana en la que se enfrentaba al que es, hasta la fecha, el reto más grande de una carrera en ciernes, Iñigo tenía que librar la batalla de la dictomia de los nervios: esos exámenes de fin de curso que casi se le solapaban con su salida a escena en el Palco Tejo del Rock in Rio. Uno de los cuatro escenarios en los que, desde este sábado, el festival más imponente del circuito celebra su 20 aniversario.
El coruñés llegaba con la tarea de demostrar que es mucho más que ese 'Si no estás' que, por obra y gracia de las redes sociales, le convertían en la recta final del pasado año en número 1 de escuchas globales. Sí, por encima de cualquier artista o banda que se le oueda estar pasando por la cabeza al lector. Bajo el brazo y en esa garganta de 'quejío gallego', si se quiere una suerte de fado con aromas más norteños, su primer EP: 'Es solo música'. Una colección de cinco números 1 que se fueron abriendo paso desde las cinco de la tarde, una hora muy futbolística en la era en la que su Dépor saboreaba las mieles del éxito, aunque él no hubiese aún nacido.
Un 'show' que le lleva a la lágrima
El de Potedeume daba las gracias y las buenas tardes antes de que sonaran los acordes de 'Sin tiempo para bailar' a los que seguía 'Será por ti'. Para 'El equilibrio', su favorita de este disco corto con el que ha escrito la primera línea de su carrera de estudio, se sentaba al borde del escenario. Lo gozaba. Se notaba. Iba entrando en calor mientras se ponía las manos en la cabeza en señal de estar alucinando. Como frotándose los ojos tras un sueño que, con el paso de los minutos, era consciente de que no era tal.
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