La curiosa respuesta de Frank Cuesta sobre cómo espera que sea su muerte: “Épica”
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Frank Cuesta estuvo a punto de morir hace unas semanas tras recibir un brutal ataque por parte de un ciervo. Un ataque que, además, grabó en vídeo y lo compartió en las redes sociales, mostrando las consecuencias con todas sus heridas pero muy tranquilo porque todo había quedado en un susto. Y no es la primera vez que se enfrenta a un ataque de este tipo, porque también ha vivido un episodio complicado tras el ataque de una rana venenosa por el que casi se muere.
Unos episodios muy recientes sobre los que se sinceró en ‘El hormiguero’, donde acudió como invitado para contarle a Pablo Motos todas sus hazañas. Y en esta entrevista también se sinceró sobre la manera en la que quiere morir y ser recordado. Y es que en su santuario tiene aproximadamente un total de 400 animales, de los que más de 100 te pueden matar, pero no le preocupa porque son situaciones excepcionales, no algo que pase en el día a día.
Frank Cuesta no tiene miedo a morir
Frank Cuesta ha dejado claro a Pablo Motos que no tiene miedo a morir, y menos por el ataque de un animal. Y es que él solo tiene miedo a los humanos porque “las personas son el único animal que disfruta haciendo daño y que no sabe lo que es la felicidad ni la paz”, algo que ha querido dejar claro. “El humano, aunque tenga alimento, cobijo, salud y todas sus necesidades cubiertas, no ser feliz y estar en paz, siempre va a querer más. Los animales no”, ha añadido.
Por eso, cuando el presentador le ha preguntado sobre el día de su muerte, ha tenido muy clara la respuesta. Y es que espera morir tras el ataque de uno de sus animales, aunque eso sí, dentro de muchos años. “Quiero morirme de manera épica y, a ser posible, que quede grabado para que mis hijos luego puedan vender el vídeo”, ha expresado, dejando a todos sin palabras con esta respuesta que nadie esperaba.
Una rana y un ciervo, los últimos ataques de Frank Cuesta
Hace tan solo unos días Frank Cuesta estuvo a punto de morir tras estar en contacto con una rana venenosa. “Mi falta de conciencia me hizo coger un montón de ranas para limpiar la zona, yo siempre llevo heridas en las manos que estuvieron en contacto con las ranas. Al rato empecé a encontrarme muy mal. La sensación era que se me iba la vida, de que se me paraba el cuerpo, no sentí dolor alguno, sino que no podía ni respirar, que mis órganos se iban apagando. Era una muerte silenciosa. Cogí el coche y me fui al hospital, no sé ni cómo conseguí llegar conduciendo. Allí, en el hospital, me hicieron lo primero una diálisis para recuperar los riñones”, ha recordado. Y, en cuanto al ciervo, cuando le atacó era plenamente consciente de que podía matarle pero finalmente consiguió salir casi ileso. “Durante el ataque pensé que lo podía matar yo agarrándole del cuello, pero no lo quería hacer, así que pensé que tenía que aguantar. Aguanté cinco minutos, que fueron eternos, vi que estaba cansado y le lancé piedras hasta que paró, humillado y pude huir. El resultado fueron varios puntos de sutura, el coxis quebrado y dos costillas rotas”, ha explicado.
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