Sofía Ellar brilla con luz propia en su gran noche en Madrid: ''siempre he sido una loca soñadora''

La compositora madrileña repasó su historia, musical y personal, ante seis mil personas que se han convertido en su familia
La acrobacia en pleno concierto de Sofía Ellar deja sin palabras a los fans

 

Redactora CADENA 100

Tiempo de lectura: 3’

El tiempo y la constancia saben complementarse muy bien cuando en el acorde hay talento. Mucho talento. Sofía Ellar tiene 25 años y muchos bares que han sido testigo de sus primeros pasos, muchos micros abiertos y conciertos para unos pocos por “seis peniques”, el título de su primer álbum. Una constancia sobre la que ha ido caminando y componiendo, sin perder un ápice de esperanza, consciente de que lo realmente bueno “nunca va a llegar enseguida”, como dice su compañero Beret. Y el tiempo le ha dado la razón, como ocurre casi siempre. El concierto de ayer en el Wizink Center de Madrid constata la eficacia de su esfuerzo, su dedicación por aquello que ama y venera: la música. “Siempre he sido dos cosas: la primera es una loca y la segunda una soñadora”, dijo al llegar al escenario. Dos cualidades que han trabajado juntas para colocarla frente al foco. Un foco que no piensa perderla de vista, que la sigue sin despegarse de sus pantalones campana, vaqueros si es posible.

 

Las seis mil personas congregadas en “the box”, el formato soñado por la cantante, esperaban impacientes su primer disparo. Ligero y suave, como el movimiento de una bailarina de ballet. Sofía proyectó unas imágenes en las pantallas que lideraban el espacio, en las que se podía ver, precisamente, una bailarina en una caja de música accionada por ella misma. Una bailarina que después salió al escenario, siendo liberada así por la compositora. Su parte más fina, su yo “artista” se posó entonces sobre las tablas, dispuesto a ofrecernos su mundo. La primera estrofa de “Mundos” resonó en nuestras cabezas, dejando un susurro en el ambiente para volver con más ritmo y otra indumentaria, la segunda de siete, que logró captar la atención de todos los allí presentes. Parejas, amigos, primos, madres, y Ana.

 

Ana. Así podría resumirse el concierto. La protagonista de la noche (sin pretenderlo) esperaba su momento tras el telón. “Esta es la colaboración más especial que voy a hacer, y nadie se la espera”, dijo la cantante al comenzar. Gritos, algunos nombres en el aire y una trenza rubia que empezó a asomar en mitad de la canción. Sofía se emocionó y presentó entre sollozos a su mano derecha, su mitad y su aliento en los días grises: su madre. Ambas interpretaron la canción que la compositora le escribió, sorprendiendo al público y colmando de verdad un escenario que se rendía ante la magia de dos voces demasiado dulces y una letra que rasga el alma y la recompone, al mismo tiempo. 

Un momento inolvidable que se deshizo en lágrimas y precedió a otros, también inolvidables. Sofía interpretó junto a Dani Fernández su “Rock'n'Rolles De Chiquillos”, junto a Álvaro Soler su “Verano con lima” y, junto a Álvaro Urquijo, de Los Secretos, “G&t's”. Canciones que ordenó cronológicamente, dejando entrever la madurez y el cambio existente entre unas y otras. Manteniendo su esencia, pero también demostrando su capacidad, para innovar y para empaparse de todo lo que la rodea. Un torbellino que

ha derivado en sus dos hits del verano, “Ahora dime” y “Bañarnos en vaqueros”, que se escucharon con fuerza en un estadio impresionado. Orgulloso. Boquiabierto. 

“Amor de anticuario” supuso la cercanía, nos llevó a su origen y nos recordó la persona que hay detrás de su “yo” artista: “esa niña cansada de oficinas que se busca la vida cantando esta canción”. Y que no deje de hacerlo. Nunca.

Sofía puso la guinda al pastel con su última canción, “Media tinta”, vestida como en su videoclip y agradecida por estar. Por ser. Por darse el privilegio de sentir. Y hacernos sentir con ella. Viajando en sus vaqueros, sin perderlos la pista. 

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